Encore
Los peligros del talento o cuando éste ya no es suficiente
Gracias a los
erróneos mensajes de las mitificaciones, en las que nos hemos visto envueltos,
tendemos a pensar que no somos buenos si las cosas no nos salen desde el primer
intento; creemos que seremos considerados buenos ejecutantes del piano el día
que logremos tocar de manera impoluta cualquier partitura que se nos ponga
enfrente, nos tragamos el cuento que aquellos niños vistos en los vídeos de
YouTube tienen dentro de su genética ‘el don’. A un buen ingeniero, un buen
médico o un buen abogado les tomó horas de estudio y práctica para llegar a ser
hábiles profesionistas, y lo mismo va a suceder con el pianista, chelista o
cantante. Es gratificante ese momento en el que uno se percata de que ‘aún hay
esperanza’, y este es cuando conocemos a toda clase de personas lograr
maravillosamente el dominio de su instrumento musical como niños,
universitarios, padres de familia y hasta ancianos, el común denominador sería
el deseo de aprender y crecer.
No buscamos quitarle el mérito al talento, pero sí es necesario evaluar los
peligros de hasta qué punto el concepto llega a ser excesivo. Entre los
estudiantes de música es común el fenómeno de desmotivación que resulta de no
sentirse lo suficientemente talentosos (a pesar de sí serlo en varios casos),
por otro lado, están aquellos que tienen talento y que además son conscientes
de ello. “Los chicos talentosos suelen ser un problema porque confían en que
pueden aprenderse las cosas en poco tiempo y tal vez sí pueden, pero en la
música es necesario llevar a cabo todo un proceso de limpieza después de
aprenderse las obras. Llega el día y ejecutan, pero con muchas fallas” -fueron
las palabras de uno de mis maestros. Llega el momento en el que el puro talento
ya no es suficiente, y el estudiante debe de entender que además de su ‘don’
necesita alimentar su propio crecimiento, y para ello no se tienen que invertir
ocho horas diarias, basta con treinta minutos siempre y cuando sean bien
utilizados con satisfactorias estrategias de memorización y aprendizaje.
Alondra Soriano
Rodríguez
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